Los calissons son unos dulces típicos de La Provenza, más concretamente de la ciudad de Aix-en -Provence, cuyos orígenes parece que se remontan al siglo XII. Se trata de una pasta elaborada con almendra y fruta confitada a la que se le da forma de almendra y se recubre con glasa real. El resultado son unos riquísimos pastelitos semejantes a nuestros mazapanes, aunque con el sabor especial que le confieren las frutas.
La receta original emplea melón confitado, pero también se pueden usar otras frutas confitadas, que es lo que he hecho yo, ya que no he encontrado el melón. Aunque no se trata de un dulce puramente navideño, todos los ingredientes los tenemos a manos en estas fechas, así que me parecen estupendos para incluirlos en nuestra bandeja de dulces.
Respecto al cortador, casualmente me lo compré en París hace unos meses sin saber siquiera si lo iba a usar, así que al encontrar la receta en el libro À la mère de famille no me he podido resistir a hacerlos. Si no tenéis el cortador, simplemente cortarlos con un cuchillo o un cortapastas dándoles forma de rombo.
Poner el azúcar y el agua a calentar en un cazo.
Poner las frutas con el agua de azahar en una batidora y triturarlas.
Añadir las almendras molidas y la miel y mezclar.
Cuando el agua con el azúcar llegue a 120º, verterla sobre la mezcla y seguir batiendo durante unos dos minutos hasta que se forme una pasta.
Poner la pasta sobre una oblea, cubrirla con un papel de horno y extenderla con el rodillo hasta que tenga un grosor de 1 cm. Retirar el papel de horno y dejar que la pasta se seque al aire hasta el día siguiente.
Preparar el glaseado mezclando la clara de huevo con el azúcar glas, ha de quedar como una pasta algo espesa.
Cortar los calissons con el molde o con un cuchillo (se necesita algo de paciencia porque la masa es algo pegajosa) Cubrirlos con la glasa con ayuda de un cuchillo o una espátula y hornearlos a 130º durante unos 5 minutos.
La receta original emplea melón confitado, pero también se pueden usar otras frutas confitadas, que es lo que he hecho yo, ya que no he encontrado el melón. Aunque no se trata de un dulce puramente navideño, todos los ingredientes los tenemos a manos en estas fechas, así que me parecen estupendos para incluirlos en nuestra bandeja de dulces.
Respecto al cortador, casualmente me lo compré en París hace unos meses sin saber siquiera si lo iba a usar, así que al encontrar la receta en el libro À la mère de famille no me he podido resistir a hacerlos. Si no tenéis el cortador, simplemente cortarlos con un cuchillo o un cortapastas dándoles forma de rombo.
Poner el azúcar y el agua a calentar en un cazo.
Poner las frutas con el agua de azahar en una batidora y triturarlas.
Añadir las almendras molidas y la miel y mezclar.
Cuando el agua con el azúcar llegue a 120º, verterla sobre la mezcla y seguir batiendo durante unos dos minutos hasta que se forme una pasta.
Poner la pasta sobre una oblea, cubrirla con un papel de horno y extenderla con el rodillo hasta que tenga un grosor de 1 cm. Retirar el papel de horno y dejar que la pasta se seque al aire hasta el día siguiente.
Preparar el glaseado mezclando la clara de huevo con el azúcar glas, ha de quedar como una pasta algo espesa.
Cortar los calissons con el molde o con un cuchillo (se necesita algo de paciencia porque la masa es algo pegajosa) Cubrirlos con la glasa con ayuda de un cuchillo o una espátula y hornearlos a 130º durante unos 5 minutos.