Cuando yo era niña, Halloween no existía, al menos en el mundo en que yo me movía, y el día de Todos los Santos solamente significaba visitas a los cementerios y que en las pastelerías aparecieran algunos dulces típicos de esas fechas. En nuestra familia no solíamos ir al cementerio, pues mi abuelo había muerto en el mar y nunca fue enterrado, pero lo que nunca nos faltaba era una bandejica de huesos de santo.Con el tiempo se les unieron los buñuelos, pero para mi los huesos de santo siempre han sido el símbolo de estos días.
Nunca se me había ocurrido hacerlos yo misma, hasta que entré en el mundo de los blogs y me di cuenta de que casi todo se puede hacer en casa, por muy difícil que nos parezca.
Tengo que reconocer que aunque no son muy difíciles de hacer, me ha costado más de un intento conseguir que me salieran aceptables. El problema ha sido conseguir la consistencia exacta del dulce de yema, que varias veces me ha salido demasiado flojo, pero como no podía darme por vencida, al final, a base se paciencia, lo he conseguido…me han quedado estupendos y muy, muy ricos!
El único secreto es tener paciencia a la hora de cocer la yema, hasta que esté bien espesa, con una consistencia como de bechamel para croquetas, eso se lleva sus buenos 20 ó 25 minutos sin dejar de remover. El resto no tiene ninguna dificultad ya que el mazapán es muy fácil de trabajar.
Yo los he glaseado haciendo un fondant con un azúcar especial al que solamente hay que añadir agua, se llama Fondant Icing Sugar de Tate & Lyle, pero lo podéis hacer simplemente con un glaseado de azúcar glas y agua. De todas formas, si queréis la receta del fondant, la tenéis aquí.
Así se hace el dulce de yema:
Y así se hace el mazapán:
Y así se forman: