Hace unos días, vagando por los blogs, fuí a dar con estos preciosos cubos de chocolate que llamaron mi atención, leí la receta y vi que eran facilísimos de hacer; había visto antes otras recetas de fudge mucho más complicadas y nunca me había decidido a hacerlas pues ni siquiera sabía si me iba a gustar (la palabra fudge suena a algo tremendamente pegajoso, ¿no?).
El caso es que este era tan sencillo y rápido que me dije...¿Por qué no probarlo?, así que en ese mismo momento me puse manos a la obra...
Bueno, los que me leéis frecuentemente sabréis que el chocolate no me entusiasma y que casi todo lo que hago con este ingrediente se lo comen mis hijos, los verdaderos chocolateros...Pues tengo que confesar que estas golosinas me tienen enganchada, tienen una textura de lo más agradable, firme pero blandita y con el contraste crujiente de las avellanas, cuyo sabor, por otra parte, combina tan bien con el chocolate que además queda con un sabor suave y delicioso.
La receta que yo encontré está hecha con nueces pecanas que yo no tenía en ese momento, pero podéis estar seguros de que las voy a probar...y con nueces, y con almendras, y con todo lo que se me ocurra...¿y si cambio la leche condensada por dulce de leche?, ¿y si...?
Estos son los ingredientes:
-100 gr. de avellanas
-250 gr. de chocolate negro al 55%
-200 gr. de leche condensada
-1 cucharada de extracto de vainilla
Así se hace:
Si las avellanas no son tostadas, ponerlas en una bandeja de horno y tostarlasdurante unos 15 minutos a 170º. Una vez tostadas, glopearlas un poco para que se rompan en trozos grandes o simplemente que se abran por la mitad.
Fundir el chocolate al baño maría, una vez fundido, apartarlo del fuego y añadir la leche condensada, mezclar con una espátula hasta conseguir una pasta homogénea y bastante espesa. Añadir entonces el extracto de vainilla y mezclarlo bien.
Por último mezclar las avellanas. Extender esta mezcla que será bastante espesa y elástica, sobre una hoja de papel de horno o una lámina de silicona dejándola con un espesor de 2 cm, taparla con otra hoja de papel y alisar bien. También se puede poner en un molde cuadrado o rectángular de silicona.
Dejarlo en el frigorífico durante unas 10 horas. Pasado este tiempo, cortarlo en cubos y guardarlo en un recipiente hermético. Si la temperatura ambiente es más bien cálida, guardarlo en el frigorífico y sacarlos unos minutos antes de comerlos.